martes, 14 de diciembre de 2010

Tabaquería (Fernando Pessoa)

Tantas veces que me he sentido identificado con este texto.
RR

Tabaquería

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie sabe quién es
(y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?),
dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente,
con el misterio de las cosas por lo bajo de las piedras y los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres,
con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada.

Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.
Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme
y no tuviese otra fraternidad con las cosas
que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle
la fila de vagones de un tren, y una partida pintada
desde dentro de mi cabeza,
y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos a la ida.

Hoy me siento perplejo, como quien ha pensado y opinado y olvidado.
Hoy estoy dividido entre la lealtad que le debo
a la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

He fracasado en todo.
Como no me hice ningún propósito, quizá todo no fuese nada.
El aprendizaje que me impartieron,
me apeé por la ventana de las traseras de la casa.
Me fui al campo con grandes proyectos.
Pero sólo encontré allí hierbas y árboles,
y cuando había gente era igual que la otra.
Me aparto de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué voy a pensar?
¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? Pero ¡pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puede haber tantos!
¿Un genio? En este momento
cien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo,
y la historia no distinguirá, ¿quién sabe?, ni a uno,
ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay locos perdidos con tantas convicciones!
Yo, que no tengo ninguna convicción, ¿soy más convincente o menos convincente?

No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
no hay en estos momentos genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-,
y quién sabe si realizables, no verán nunca la luz del sol verdadero
ni encontrarán quien les preste oídos?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que lo que hizo Napoleón.
He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito.
Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla,
aunque no viva en ella;
seré siempre el que no ha nacido para eso;
seré siempre el que tenía condiciones;
seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta
y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derrámame la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
su sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello,
y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, o que no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama;
pero nos despertamos y es opaco,
nos levantamos y es ajeno,
salimos de casa y es la tierra entera,
y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(¡Come chocolatinas, pequeña,
come chocolatinas!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que las chocolatinas,
mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Ojalá comiese yo chocolatinas con la misma verdad con que comes!
Pero yo pienso, y al quitarles la platilla, que es de papel de estaño,
lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.)

Pero por lo menos queda de la amargura de lo que nunca seré
la caligrafía rápida de estos versos,
pórtico partido hacia lo Imposible.
Pero por lo menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
noble, al menos, en el gesto amplio con que tiro
la ropa sucia que soy, sin un papel, para el transcurrir de las cosas,
y me quedo en casa sin camisa.

(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
o diosa griega, concebida como una estatua que estuviese viva,
o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
o princesa de trovadores, gentilísima y disimulada,
o marquesa del siglo dieciocho, descotada y lejana,
o meretriz célebre de los tiempos de nuestros padres,
o no sé qué moderno -no me imagino bien qué-,
todo esto, sea lo que sea, lo que seas, ¡si puede inspirar, que inspire!
Mi corazón es un cubo vaciado.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus, me invoco
a mí mismo y no encuentro nada.
Me acerco a la ventana y veo la calle con absoluta claridad,
veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan,
veo a los entes vivos vestidos que se cruzan,
veo a los perros que también existen,
y todo esto me pesa como una condena al destierro,
y todo esto es extranjero, como todo.)

He vivido, estudiado, amado, y hasta creído,
y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira,
y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído
(porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo
y que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente.

He hecho de mí lo que no sabía,
y lo que podía hacer de mí no lo he hecho.
El disfraz que me puse estaba equivocado.
Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí.
Cuando quise quitarme el antifaz,
lo tenía pegado a la cara.
Cuando me lo quité y me miré en el espejo,
ya había envejecido.
Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me había quitado.
Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo
y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
ojalá pudiera encontrarme como algo que hubiese hecho,
y no me quedase siempre enfrente de la tabaquería de enfrente,
pisoteando la conciencia de estar existiendo
como una alfombra en la que tropieza un borracho
o una estera que robaron los gitanos y no valía nada.

Pero el propietario de la tabaquería ha asomado por la puerta y se ha quedado a la puerta.
Le miro con incomodidad en la cabeza apenas vuelta,
y con la incomodidad del alma que está comprendiendo mal.
Morirá él y moriré yo.
Él dejará la muestra y yo dejaré versos.
En determinado momento morirá también la muestra, y los versos también.
Después de ese momento, morirá la calle donde estuvo la muestra,
y la lengua en que fueron escritos los versos,
morirá después el planeta girador en que sucedió todo esto.
En otros satélites de otros sistemas cualesquiera algo así como gente
continuará haciendo cosas semejantes a versos y viviendo debajo de cosas semejantes a muestras,
siempre una cosa enfrente de la otra,
siempre una cosa tan inútil como la otra,
siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
siempre el misterio del fondo tan verdadero como el sueño del misterio de la superficie,
siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni la otra.

Pero un hombre ha entrado en la tabaquería (¿a comprar tabaco?),
y la realidad plausible cae de repente encima de mí.
Me incorporo a medias con energía, convencido, humano,
y voy a tratar de escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un cigarrillo al pensar en escribirlos
y saboreo en el cigarrillo la liberación de todos los pensamientos.
Sigo al humo como a una ruta propia,
y disfruto, en un momento sensitivo y competente,
la liberación de todas las especulaciones
y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de encontrarse indispuesto.

Después me echo para atrás en la silla
y continúo fumando.
Mientras me lo conceda el destino seguiré fumando.
(Si me casase con la hija de mi lavandera
a lo mejor sería feliz.)
Visto lo cual, me levanto de la silla. Me voy a la ventana.

El hombre ha salido de la tabaquería (¿metiéndose el cambio en el bolsillo de los pantalones?).
Ah, le conozco: es el Esteves sin metafísica.
(El propietario de la tabaquería ha llegado a la puerta.)
Como por una inspiración divina, Esteves se ha vuelto y me ha visto.
Me ha dicho adiós con la mano, le he gritado ¡Adiós, Esteves! , y el Universo
se me reconstruye sin ideales ni esperanza, y el propietario de la tabaquería se ha sonreído

lunes, 6 de diciembre de 2010

Flor Batavia

Hipnotizado por la seductora danza del fuego en la oscuridad, mis pupilas se abren para capturar la magia del resplandor, escucho palabras que hacen eco en la noche en un dialecto que no entiendo. El fogón elevado calienta el hogar y crea sombras a partir de los comales y las cazuelas que cuelgan de las paredes de tablas mal cortadas. Aletargado mi cerebro, volteo lentamente hacia la fuente de las voces que escucho. Durante el viaje de mi vista observo que el pequeño jacal cuenta con todo lo necesario para vivir: cubeta roja de plástico, molino de maìz, costales con café, una resortera para matar pequeñas aves, quijadas de jabalì para curar ronchas, adorno de piel de martucha, cómodas y frescas hamacas adosadas de grasa corporal resultado de incontables noches de sueños de selva, un carrito de juguete sin una llanta en el suelo de tierra y finalmente la mesa en donde observo una pequeña familia cuicateca formada por Higinio, su esposa y
su cuñado -Lorenita y su hermanito se han ido a dormir-. Ellos ríen y cuentan las anécdotas del día inmutados por mi presencia.

Eso me hace ser un espectador de una escena que se repite infinitamente desde hace eones casi sin cambios.

Disfruto mucho los dioramas del Museo de Antropología de la ciudad de México en la sala de etnología en donde pretenden representar cómo viven las distintas comunidades de nuestro país con maniquíes. Pero ahora ellos han cobrado vida, ¡son reales! Seres humanos con historia, sueños y orgullo. El olor a madera quemándose inunda el ambiente y los grillos cantan afuera en el monte.

Hace dos días salimos de la ciudad de México Luisa, Gustavo y yo para realizar un viaje de exploración a una zona en el estado de Oaxaca muy cerca del área donde se encuentran algunas de las cuevas más profundas del país. Después de atravesar por varias peripecias para poder tomar el autobús ya que al estar muy cerca la conmemoración de la muerte de Jesucristo, la gente viaja mucho y por poco no alcanzábamos boleto, de hecho yo tuve que salir después de ellos y por otra ruta. Finalmente nos reunimos en el pueblo de San Felipe, Jalapa de Díaz en el estado de Oaxaca. De allí nos dirigimos en un viejo camión a un poblado con un extraño nombre "Flor Batavia". –Tomando en cuenta que Batavia es una ciudad
en Indonesia-

Anunciados por un pequeño letrero oxidado, supimos que estábamos en esta alejada comunidad. Hablábamos con las autoridades del pueblo mientras la policía comunitaria formada por jóvenes en edad de servicio, sin uniforme y con un palo como única arma, llevaban cargando a una persona ebria quien maldecía a sus porteadores. Una vez terminada la charla nos dirigimos hacia el hermoso cementerio del pueblo que se encuentra en un pequeño cerro coronado con una enorme ceiba –árbol venerado por las antiguas culturas mesoamericanas- en medio del camposanto, alimentada por los cadáveres de los pobladores de Flor Batavia.

Viejas tumbas de roca con el alma de una veladora encendida en su regazo
alternaban con coloridas sepulturas de reciente manufactura.

Pasamos la noche en casa de una señora muy amable. Por la mañana, muy temprano,nos alistamos para salir en dirección de la serranía que se adivinaba imponente tras los cerros que obstruían nuestro paso. El calor extenuante rápidamente comenzó el proceso de transpiración como nunca antes en nuestros cuerpos. Poco a poco comenzamos a dejar atrás los campos de cultivo y las montañas nos dejaban ver su radiante vestido verde. Así avanzamos durante algunas horas, hasta llegar al poblado que en nuestros mapas aparecía como sólo tres pequeños puntos denotando el reducido tamaño del mismo. Pero nunca imaginamos cuán reducido.

Al llegar a la primera casa consideramos necesario presentarnos y pedir informes sobre el poblado. Se nos recibió con extrañeza y agrado, mientras esperábamos a los hombres de la casa, degustamos un delicioso café y un poco de frijoles acompañados de enormes tortillas, preparadas a mano. -La gente de la ciudad no tiene la idea de los magníficos sabores que se pueden encontrar en el campo mexicano-

Por fin llegó una persona con el nombre de Higinio quien se presentó como la autoridad del pueblo. Después de las cortesías usuales preguntamos ¿cuántas casas más había en “La Escalera”? a lo que él respondió amablemente: Una... ésta. Descansamos un poco y por la tarde Higinio nos acompañó al lecho seco de un gran río cuyo resumidero fue explorado por Ramón Espinasa años atrás y allí nos mostró algunas cuevas que él conocía. Exploramos su interior pero la mayoría de ellas, a pesar de ser hermosas, terminaban a unas cuantas decenas de metros del comienzo. En una de ellas, sentados a la entrada de la misma, Higinio nos contó la forma en la que la descubrieron, antes de irnos, consultamos a la interfecta quien nos confesó una historia:

“Estaba una vez una cueva (ella) meditando sobre su papel en el mundo, rodeada de exuberante vegetación que se ha acercado a crecer en la entrada porque allí es mas fresco y así no sufren con el agobiante calor que hay afuera. Las cosas han sido iguales desde hace cientos de años, las estaciones se suceden con armonioso orden, los ciclos naturales en estricto rigor. Por la mañana las aves trinan, cerca del medio día, sólo se escucha el sonido de alguna perdida brisa o el corretear sobre las hojas de alguna inquieta lagartija y en la noche el búho que habita cerca comienza su monólogo. Este es un día como los miles que han desfilado por aquí. Pero de pronto se escuchan sonidos extraños y agitación en el bosque... llama la atención de la cueva que incapaz de voltear se preocupa y se truena sus estalactitas de nervios y ansiedad.

El ruido se acerca, es cada vez mas fuerte e inquietante y como esperado augurio llega a toda velocidad un pequeño tepezcuintle, se frena y derrapa al descubrir la cueva salvadora... está aterrorizado. La cueva en un lenguaje que los humanos somos incapaces de reconocer le ofrece su entrada al asustado animalillo, no entiende de qué huye pero sabe que por el momento puede ayudarle. El tepezcuintle se refugia en las entrañas de la oquedad, unos segundos después llega un par de animales que la cueva nunca había visto muy parecidos a las zorras. Estos dos animales ladran y hacen bulla delatando el rastro del perseguido.

Al pasar unos minutos llegan dos seres caminando en dos patas, se ven muy
cansados, transpiran profusamente y su respiración es muy agitada, uno de ellos en su mano carga una extraña rama como un bejuco seco y hueco. La cueva entiende que este extraño grupo es la razón del temor del tepezcuintle. Los seres bípedos se comunican entre ellos y se dan empujones animándose a entrar a la cueva, entonces ella se torna lúgubre y atemorizante -una faceta que pocas veces adquiere- Los extraños seres señalan con su bejuco hacia el interior de la cueva, de repente un estruendo comparado sólo con el sonido de los truenos en noches de tormenta suena y las aves cercanas huyen hacia el cielo. La cueva siente un fuerte dolor, un líquido caliente escurre por su piso, los seres
bípedos que al principio guardaban silencio atentos a lo que ocurría dentro de la cueva ahora sonríen y gritan con euforia.

Uno de ellos se aventura unos metros dentro de la herida e impotente cueva y saca el cadáver del pequeño tepezcuintle. Felices y con sus animales ladradores moviendo la cola, amarran el cuerpo inerme, le dan un último vistazo a la doliente y triste cueva y poco a poco se alejan.”

Ahora ella sabe de los humanos y de su desenfrenada codicia.

Agotados, dormimos esa noche en el sueño de la selva. Por la mañana siguiente seguimos nuestro camino hacia las alturas. Guiados un rato por el cuñado de Higinio, cruzamos por el sitio del que toma el poblado su nombre: una extraña escalera lítica de procedencia desconocida, probablemente de origen prehispánico o una formación natural. Más adelante encontramos a un cazador en el camino.

Flaco, correoso y con la mirada un poco extraviada al igual que su perro -fiel acompañante- nos contó sobre los animales que aún se encuentran en la selva, mientras el cuñado de Higinio practicaba su puntería con la resortera tratando de matar unas pequeñas palomitas perchadas en una rama cercana. Continuamos nuestro tortuoso ascenso cubiertos por antiguos árboles de unos 35 metros de alto forrados de plantas epífitas y enormes lianas. Al encontrar un pequeño ojo de agua nos detenemos a refrescarnos mientras nuestro guía se despide ya que tiene que continuar con sus labores cotidianas. Nos da salvoconductos para atravesar los siguientes poblados, nos habla sobre la gente buena y mala de la zona. Caminamos unas horas más marcando los puntos en donde encontrábamos dolinas -hundimientos-(posibles entradas a cuevas) y explorando cuanto nos era posible.

Finalmente llegamos a “Piedra Colorada” lugar que nos recibió muy bien. Al entrar al pueblo charlamos con una pareja de octogenarios que orgullosos nos contaban de cómo el ancianito fue de los primeros en llegar a la zona y abrió con sus manos un agujero de donde salía agua para hacerlo más grande y allí se establecieron. Nos contaban de cuando las mujeres usaban sus vestidos tradicionales y de cómo una vez que pasó un avión muy bajo la gente aterrada, corría y lloraba.

Le dieron un poco de aguardiente a Luisa para untárselo sobre la piel y así
aliviar la comezón de sus ronchas causadas por los inclementes mosquitos la
noche anterior. Fuimos a la casa de Juan, la persona que el cuñado de Higinio nos había recomendado pero él no estaba, así que pasamos la tarde jugando fútbol con un grupo de agrestes y libres niños fuera de toda preocupación sobre raspones y esas cosas que las madres evitan a sus hijos sin saber que limitan su espíritu aventurero, construían sus propias reglas y cuando no dejábamos jugar a uno de ellos iba por su rifle de madera y en su coraje nos mataba a todos.

Después uno de ellos corría en círculos con una escoba entre sus piernas a modo de caballito mientras otro diestramente lo lazaba con un flexible bejuco.

Así llegó Juan. Persona con una experiencia increíble en el monte como le llaman allá a la selva. El día siguiente nos guió durante algunas horas camino abajo hasta el sitio donde corre un arroyo en época de lluvias con una fuerza increíble, según pudimos notar por las enormes piedras arrastradas y el amplio lecho seco que ahora ocupa el espacio. Un incipiente puente olvidado e inútil en la época de secas cuelga lleno de helechos y chimuelo de maderas. Ese puente es reconstruido cada año antes de la época de lluvias por las personas que habitan una de estas alejadas comunidades llamada la Pochota. Cruzando hacia la otra orilla del río fantasma subimos una inclinada pendiente, pasamos por un acahual y al cuestionar a Juan al respecto dijo que ese era un pueblo donde habitaban
unos cuantos ancianos que poco a poco fueron muriendo hasta que no quedó nadie y el pueblo desapareció.

Así llegamos a la entrada de una cueva a la que ingresamos para averiguar sus secretos. Con una extraña forma, pero con poca profundidad, Gustavo y yo estábamos a punto de regresar cuando hallamos un raro ejemplar de una tarántula de cavernas, adaptada durante miles de años a vivir en este ambiente sin luz.

Caminando por ese gigantesco paraje nos sentíamos como enanos al voltear a ver los inmensos árboles que apuntaban hacia el firmamento sobre nuestras cabezas así como las rocas del tamaño de casas arrastradas por la poderosa corriente.

Exploramos el interior de frescas cuevas, pero ninguna resultó muy profunda. Por la noche y desde mi tienda de campaña apostada en el solar de Don Juan, veía por entre las rendijas de la madera el movimiento de la familia que nos daba hospedaje al avanzar dentro de su jacal con lo que ellos llaman candil que no es más que una lata con una mecha y gasolina. Una vez que la luz se apagó pude ver el maravilloso brillo de miles de luciérnagas que dejaban adivinar la silueta del cerro frente a nosotros en la negra noche. A la mañana siguiente partimos para San Andrés Teotitlapan, un pueblo con más gente y comercios. Nos despedimos
de Don Juan agradeciendo su hospitalidad.

A lo largo del camino no dejábamos oquedad sin revisar, algunas veces
atravesando por intrincadas marañas de espinos para llegar al fondo de la
dolina. Y así seguimos hasta llegar a nuestro destino. Se nos permitió dormir en la comandancia y por la tarde nos fueron suministrados dos policías para guiarnos a una cueva en donde la gente celebra la conmemoración de las tres caídas del vía crucis ya que según la tradición allí hubo una aparición de una imagen de tal evento. Entramos a un sitio místico, lleno de veladoras y botellas de cerveza donde la gente se congrega por centenares para poder orar en el estrecho pasaje. Encaramados en una alta roca mientras el crepúsculo avanzaba realizamos una evaluación de la expedición, augurando futuros hallazgos y áreas para explorar ya que la zona cuenta con un alto potencial cárstico.

La presencia de vencejos surcando el aire con sus elegantes collares blancos sobre su traje negro nos aconsejan regresar ya que ellos suelen habitar en paredes de cuevas. Así, el atardecer se inunda de colores pastel y comienza una nueva noche. A las cuatro y media de la mañana, heridos por pulgas hambrientas que viven en los petates que nos fueron proporcionados, nos levantamos para no perder el camión que con alarmantes bocinazos anuncia su partida. Un tortuoso viaje de seis horas concluye nuestra travesía por una de las partes más bellas de nuestra nación. La vegetación cambia dramáticamente hasta convertirse en un espinoso desierto que nos indica que ya estamos cerca de Cuicatlán. Y así descansando en el camión de regreso a la ciudad de México, soñando con nuevas aventuras, el trío de exploradores deja abierta una puerta seductora como la danza del fuego en la oscuridad.


Roberto Rojo
–Chibebo- 24/Jun/03


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En toda mi vida alguien me susurraba al oído:
vive, Vive, VIVE!!!
Era la Muerte.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Historia de un Kanclo

Cuento publicado en la revista Mundos Subterráneos 14-15:61-64. Junio 2004.

Luz???...
¿Qué es eso? Pregunté a mi compañero después de reconocerlo al tocar su cuerpo con mis larguísimas patas en forma de antenas, llenas de pelos sensitivos.
Él venía corriendo a toda prisa. Desde muy lejos por las estrechas y húmedas galerías; pude sentir sus pasos como se acercaban cada vez con mayor claridad y escuchaba sus gritos retumbar por las paredes milenarias.
Luz!! Luz!! Gritaba…
Un resplandor que colorea todo!!! Decía, con su voz entrecortada por los jadeos del cansancio.
Calma, calma, -dije- descansa un poco y cuéntame que te pasa.
Con mis finos sensores ausculté a nuestro alrededor.
Reposamos nuestros cuerpos contra el techo de la cámara donde nos encontrábamos.
Con mis enormes garras tomé un diminuto grillo que pasaba cerca al cual di muerte con mis afilados colmillos.
- Come un poco, le ofrecí, mientras él, poco a poco recobraba el aliento.
-No gracias!! En este momento no tengo hambre
Así que comencé a apretar el cadáver contra mi cavidad oral mientras succionaba los líquidos del delicioso insecto.
-¿Qué es lo que te traes ahora? -pregunté
-Estaba yo en la cámara donde vivo, -comenzó- recordando tiempos felices, cuando de repente un estruendo se dejó sentir por todo el lugar. Yo,
aterrado y confundido, busqué refugio en una rendija en la que suelo ocultarme cuando pasa alguna de esas tarántulas hambrientas cerca.
El tremor fue terrible. El aire se sintió irrespirable, era tibio y había muchas partículas de polvo volando por todo el sitio como aquella vez que
pasó el grupo de murciélagos perdidos -¿te acuerdas?- y con el aire de sus alas levantaron el polvo. Pues fue así pero mil veces más fuerte. Mis pulmones me ardían.
Estuve algún tiempo –pudieron haber sido horas- inmóvil. No me animaba a moverme.
Finalmente, saqué, con temor y poco a poco una de mis patas anteniformes, exploré alrededor. Parecía seguro, así que me aventuré fuera de mi escondite.
Sentí un fuerte ardor en mis ojos y todo era muy extraño, nunca había sentido algo así. Regresé a mi escondite y lloré.
Después de un tiempo me armé de valor y salí. El ardor estaba de nuevo allí, pero mientras pasaba el tiempo el dolor pasaba también.
Mis ojos… siempre me preguntaba ¿De que me sirven?, Estos órganos inútiles solo ocupan espacio en mi cabeza y no me dejan pensar a gusto… solía decir…
Pero ahora, algo pasaba. Pude ver con ellos.
-VER??? Dije mientras los despojos de mi comida caían hacia arriba, ya que de la impresión sin darme cuenta los solté. ¿Cómo que ver? ¡Explícate!
-Si, pude ver como por el techo se había derrumbado una parte y por allí entraba un rayo claro, muy claro que iluminaba toda la cámara.
Todos los lugares que conozco a detalle, la gotera, las columnas, la pequeña laguna de donde tomo el agua fresca estaban ahí, pero ahora eran diferentes, tenían colores y tonalidades, se veían imponentes, parecía
que habían crecido.
Pude haber ido a la fuente de la luz pero me dio miedo, así que me introduje en la galería y corrí gritando hasta que te encontré.
- ¿Qué hacemos?, me dijo.
Mmmm, no lo sé, mascullé mientras pasaba mi pata derecha por el cepillo de pelos que tengo entre los colmillos.
Medité un poco y con aire arrogante, dije:
Alguna vez, que recorriendo la sala de los murciélagos en busca de las excelentes cucarachas que se crían allí por sus excrementos, escuché entre el ruido una conversación sobre el “Afuera”. Ellos hablaban sobre
algo que se llama luna, que es brillante y se alimenta de otras cosas brillantes pequeñas que llaman estrellas, engordando cada noche hasta que está llena y se va a dormir, desapareciendo durante algunos días para reposar su comida y apareciendo de nuevo delgada.
Dicen que por que se alimenta de estrellas es de donde toma su brillo.
Aunque cuando está llena no hay mucha comida, a muchos de ellos les gusta salir por que dicen que pueden ver…
También oí que existe algo muy, muy brillante, mucho más que luna y que cuando sale, ellos tienen que regresar acá por que el brillo es tan grande que les duelen los ojos.
Pero también oí que antes que salga el brillo grande pueden ver cosas muy impresionantes…
Y hasta ahí escuché, por que en eso estaba cuando justo frente a mí pasó una preciosa cucaracha que sin darse cuenta tocó mi cuerpo con su larga antena.
Quedó paralizada en ese instante pues nuestro sabor es inconfundible. Yo podía percibir su miedo.
Pude sentir su gran tamaño y buena condición con mis anteniformes… abrí lo más grande que pude mis palpos llenos de afiladas espinas y arremetí contra ella dándole el abrazo mortal.
No tuvo tiempo de intentar siquiera escapar cuando mis colmillos atravesaron su suave cutícula. Pude sentir como cruzaba cada uno de sus órganos. No opuso mucha resistencia ya que mi abrazo fue definitivo… mmm… esa fue una comida memorable.
- Mi compañero escuchaba atento mi relato, lo supe por su silencio e inmovilidad ya que tocaba su cuerpo de vez en cuando con mis anteniformes.
- Así que no pude escuchar más de la conversación de aquellos murciélagos. Me pareció algo interesante aunque no supe si era verdad o no lo que platicaban.
Pero ahora que me dices acerca de lo que pasó en tu cámara…
Tal vez ese es un camino para el “Afuera”…
- ¿Y si vamos?, preguntó en un sobresalto.
- ¿A el “Afuera”? contesté.
- Si, quiero ver, ver, ver.
- Hemos vivido aquí siempre, nuestros padres, nuestros abuelos y hasta donde yo sé, hemos habitado estas cavernas durante eones.
Nuestros cuerpos son perfectos para desenvolvernos en este entorno, la evolución nos ha moldeado. De aquí somos y no sé si sea correcto salir…
- ¿Tienes miedo?, preguntó burlón…
- ¿Yo? ¿miedo? Já!!
- Si, tienes miedo.
- Vamos, dije, ciego de coraje y aceptando el reto.
Nos escurrimos por los intrincados caminos de este conocido laberinto. Solitarios como estamos acostumbrados a estar en este mundo de penumbras,
avanzamos por viejos pasajes en donde el único sonido que se siente es el constante y eterno gotear de el techo que llora no se por qué.
De repente, al final de un túnel, vi algo hiriente, brillante… Me detuve, me sentí un poco mareado y aturdido.
Mi compañero percibió que me detuve y me animó a continuar.
La cámara estaba completamente iluminada y, por primera vez en mi vida vi.
Mudo, paralizado, sentía cosquillas recorriendo cada una de mis extremidades hasta mis pequeñas garras. Una sensación de júbilo capturó mi cuerpo, era extraordinario.
Mi compañero me jalaba para seguir explorando los sitios que alcanzaba esa luz.
Mi cuerpo se fue tornando tibio y cada vez que nos colocábamos directamente bajo el potente haz el calor aumentaba hasta que no podía soportarlo y tenía que correr a toda velocidad a alguna grieta a refugiarme.
Así estuvimos jugando por un rato.
Felices nos colocábamos uno frente a otro y extrañados veíamos como se movían nuestros cuerpos. Era muy gracioso, nos veíamos tan torpes… Nunca antes nos habíamos visto. Sabíamos como éramos pero nunca nos vimos.
De repente un sonido desde la fuente de luz nos paralizó, nos sentíamos infinitamente vulnerables, la eterna oscuridad que nos ocultaba, estaba ausente en ese momento.
Lentamente volteamos…
Un extraño ser se asomaba desde arriba, otra luz salía de su cabeza… Gritó algo en un lenguaje y un sonido que no conocíamos pero que podíamos entender.
Desapareció de nuestra vista e inmediatamente corrimos a ocultarnos. Apretados en la rendija que, aunque estrecha fue la primera que encontramos. Quedamos mudos y aterrados.
Los sonidos continuaban.
Asomamos nuestras cabezas para hacer uso de ese maravilloso sentido que acabábamos de descubrir y observamos como desde arriba caía un enorme hilo similar al que tejen las arañas para atrapar a sus presas en un rincón de esta cueva.
Por el gran hilo comenzó a descender uno de estos seres, supusimos que era un tipo de araña gigante aunque con menos patas.
Tuvimos mucho miedo ya que las arañas son nuestros depredadores naturales.
Después bajaron otros seres que por alguna extraña razón bautizamos como hezpeleohlogozh.
Eran seres de varios colores y con extrañas adaptaciones para trasladarse por su hilo que les salían de la cintura y del pecho. Eran jorobados y de
sus gibas, sacaban cosas. Sus patas largas terminaban en color negro y en las cortas tenían dedos.
Expectantes y con la paciencia que nos caracteriza, observamos su comportamiento.
Sacaban unas cintas largas y unos cuadros blancos en donde uno de ellos rayaba como cuando la arena es muy fina y las patas hacen surcos.
Así, se introdujeron a las partes sin luz de nuestro mundo.
Los seguimos mientras escuchábamos sus conversaciones.
Hablaban de lo mal que están las cosas en el “Afuera”, de que los de su especie, a los que llamaban “gente”, se matan entre sí y matan a otros seres que ellos llamaban “selva” y “bosque” y también a uno que parece
que es más grande que todos y que le dicen “Tierra”.
Al parecer los de su especie sufren mucho.
Decían todo esto mientras pegaban sus hilos en las orillas de los túneles grandes verticales para después descender por ellos. Eso nos causaba gracia ya que ellos no pueden bajar como nosotros sólo con nuestras garras. Además se quitan la joroba mientras bajan y se la ponen entre las patas largas colgadas de otro hilo.
Durante su camino, cada vez que encontraban a alguno de nuestros vecinos le apuntaban con algo y después salía una luz como el gran brillo.
La primera vez que vimos esto nos asustamos mucho y hasta nos escondimos. Pensamos que habían matado a la rana blanca. Yo creo que ella también lo pensó pues quedó inmóvil y llorando.
Los hezpeleohlogozh la dejaron ahí, confundida y sola.
–tiempo después se volvió loca y se suicidó-.
No se a qué vinieron a nuestro mundo, tal vez a explorar como lo íbamos a hacer nosotros antes de que se nos adelantaran ellos.
Llegaron hasta donde no podían pasar con sus grandes cuerpos. No saben que si siguieran por la grieta, un poco adelante hay una gran sala donde cabrían cientos de ellos y donde a veces nos sentamos a platicar mi compañero y yo.
Hablaron acerca de la nueva claraboya –creo que así le llaman al lugar por donde entra la luz- y de futuras expediciones.
Sacaron cosas de sus jorobas y comenzaron a comer –Jajajajajaja- que graciosos se veían comiendo de sus gibas.
De repente uno de ellos volteó y apuntó con la luz de su cabeza a mi compañero. Los dos quedamos inmóviles.
Uno de ellos que decía que era biólogo o algo así se acercó y tomó a mi compañero. Él, el gritaba y pedía auxilio, fue un momento terrible.
Los hezpeleohlogozh no parecían tan grandes hasta que tomaron a mi compañero. Eran tan enormes que en una sola de sus patas cortas cabía mi compañero. Yo no sabía que hacer, a mí no me habían visto, pero no podía hacer nada contra esos gigantes, así que esperé. El que tenía a mi compañero empezó a explicarles que se trataba de un arácnido y que se llamaba amblypigido aunque la “gente” le dice Kanclo. El tipo parecía
saber mucho, Ja! que arrogante era al explicar a mi compañero. Le ponía nombres raros a cada una de sus partes el muy promiscuo.
Finalmente lo liberaron y él corrió y corrió, por muchas galerías, yo lo seguí, hasta que pude alcanzarlo. Estaba muy asustado y tenía mucho asco de que lo habían tocado esos seres extraños.
Decidimos relajarnos.
Pasó el tiempo, -algo que después supe que estos seres tenían medido y que separaban en horas y días-. De ese grupo, no supimos más. Al parecer, salieron por donde entraron. Por la fuente de la luz.
Nosotros hicimos varias incursiones al “Afuera” y conocimos muchas cosas, algunas muy bellas y otras no.
Una vez que mi compañero salio solo, ya nunca regresó.
Yo cambié de piel varias veces, y poco a poco llegaban y se iban grupos de hezpeleohlogozh. Algunos eran respetuosos y otros no. Algunos vecinos se beneficiaron por la llegada de estos seres y otros no.
Yo supe que en su mundo había bondad pero que predominaban cosas que conocí como la avaricia, el odio, el miedo, la violencia y algo que llamaban “Bush”.
Me cansé de su necedad y decidí internarme en las recónditas galerías oscuras y húmedas de mi mundo, donde me siento tan bien.
Desde entonces nunca he vuelto a ver y cada vez que pasa algún insecto, lo capturo y me alimento de su energía como algún día alguien lo hará de la mía.
Mi mundo es simple y oscuro.
Y así soy feliz.

Roberto Rojo
Martes 21 de Octubre de 2003

domingo, 7 de noviembre de 2010

De paseo al inframundo

Cierra los ojos, apaga tu luz... ABRELOS! ¿Qué ves?... Nada, parece que aún los tienes cerrados y ellos (tus ojos) se esfuerzan por ver algo, enfocan y afocan sin éxito alguno.

Tu desesperación inicial, natural e inevitable se desvanece poco a poco, estás envuelto en penumbras, el aire es frío y húmedo.

Con tus manos ásperas recorres tu rostro, de repente te das cuenta lo poco que te conoces y el escaso tiempo que te has tomado para saber quién realmente eres.
Con esas prisas del trabajo, de la ciudad casi siempre estás corriendo y pocas veces te detienes para contemplar y meditar tu entorno. Incluso esta emocionante aventura la has hecho a la carrera por que hay poco tiempo.

El silencio a tu alrededor es frío como un hielo, angustiante... y si lo rompes con tu voz se te erizan los pelos por el sonido extraño que emitiste y que no reconoces como tuyo al rebotar y retumbar y que te inquieta por hacerte pensar que hay alguien más contigo... Guardas silencio.

Los sentidos más agudos de tu cuerpo se sienten confundidos al saberse
indefensos y al no tener nigún mensaje que enviar al cerebro.

Buscas nada en el suelo y encuentras que su textura es lisa pero dura como
pulida por el interminable trabajo de la eternidad.

Te encuentras en el reino de la oscuridad, en este medio hipogeo el tiempo se mide de diferente manera, transcurre casi imperceptible a lo largo de eones.

Murmuras casi sin voz una canción triste como para no sentirte solo y para
sentirte más solo aún.

Finalmente sabes que de alguna forma tienes el control; enciendes tu luz con ese chasquido tan característico, casi melódico pero mecánico que tantas veces has escuchado.

Tus ojos se llenan de formas que de pronto aparecen frente a ellos, formas
extrañas y caprichosas: miles de estalactitas penden sobre tu cabeza,
amenazantes, dispuestas a acertar el golpe fatal.

Volteas a tu alrededor y te encuentras justo en medio de una comunidad de
deformes enanos y gigantes imponentes que cobran vida y mudos bailan una danza exótica y loca al compás de la flama que emana de tu casco.

Esta abrumadora y sorpresiva multitud te estremece y te hace llenar de demonios y dioses los miles de nichos que hay en las paredes y que parecen haber sido hechos exprofeso aguardando a ser ocupadas por tu imaginación.

Vacilante te incorporas y avanzas un poco con el corazón latiéndote a mil por hora esperando que en cualquier momento emerjan quimeras de todos esos sitios que tu luz no alcanza a llenar.

Llegas a una catedral gótica de dimensiones terribles, con sus arcos ojivales,rosetones, contrafuertes y gárgolas que durante miles de años han aguardado por tí para que descargues toda tu fé en este majestuoso templo milenario.

El silencio se rompe, primero por la incesante gota que desde el techo llora triste porque hace mucho que no ve la luz; y después por los pasos y las voces de tus compañeros que van llegando al lugar donde te encuentras. Los recibes con gusto pero no revelas la magia que acaba de atravezar tus entrañas.

Cuentan anécdotas mientras caminan y de repente todos se detienen y guardan
silencio porque justo frente a ustedes, las enormes fauces abiertas de un
gigante subterráneo te quitan el aliento y te seducen a explorar el oscuro e infinito abismo que guardan en su interior.

Arman la entrada del tiro y es tu turno de descender. Recuerdas las palabras de Flores Magón: "El abismo no nos detendrá y si morimos moriremos como soles, despidiendo luz."

Con miedo y emoción liberas cuerda y comienzas a bajar lentamente. Después de un rato volteas hacia arriba y sólo ves tu cuerda, volteas hacia abajo y sólo ves tu cuerda.

Estás colgado de nada y vas a llegar hacia ninguna parte -estás solo- flotando ingrávido en el limbo de la oscuridad y todo tu mundo se compone por lo que alcanza a alumbrar tu luz.

Te detienes y regresas a la oscuridad por unos segundos (apagas tu luz).

Piensas... Eres un feto maravilloso dentro del útero de la madre Tierra colgado de tu cordón umbilical.

Bajas y junto a tí están tus compañeros, hermanos de aventura a quien confías tu vida y quienes confían la suya a tí.

Finaliza el recorrido y emprenden un arduo y tedioso regreso. Lentamente
regresan hasta que tus ojos te duelen por la luz que ves.

"Lesedi" dicen los Zulu y significa "Veo la luz". Sales, el cansancio agotador recorre tu cuerpo, pero la luz es más clara, los colores: más brillantes, el viento más fresco que abarrota tus pulmones y una sonrisa maliciosa que se dibuja en tu rostro al saber que estuviste allí, donde sólo unos pocos privilegiados han estado.

Fin

Este texto lo he escrito como recordatorio de que no importa si eres espeleólogo o espeleísta o cuevero o nada de eso, lo más importante de esto es que cada quien disfrute al máximo su aventura de vida guardando respeto por lo que nos rodea.

Saludos desde Ocosingo, Chiapas.

Roberto Rojo


=====
En toda mi vida alguien me susurraba al oído:
vive, Vive, VIVE!!!
Era la Muerte.

viernes, 1 de octubre de 2010

De mi poeta favorito

Ella

Es una intensísima corriente
un relámpago ser de lecho
una dona mórbida ola
un reflujo zumbo de anestesia
una rompiente ente florescente
una voraz contráctil prensil corola entreabierta
y su rocío afrodisíaco
y su carnalesencia
natal
letal
alveolo beodo de violo
es la sed de ella ella y sus vertientes lentas entremuertes que
estrellan y disgregan
aunque Dios sea su vientre
pero también es la crisálida de una inalada larva de la nada
una libélula de médula
una oruga lúbrica desnuda sólo nutrida de frotes
un chupochupo súcubo molusco
que gota a gota agota boca a boca
la mucho mucho gozo
la muy total sofoco
la toda ¡shock! tras ¡shock!
la íntegra colapso
es un hermoso síncope con foso
un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico
un ¡knock out! técnico dichoso
si no un compuesto terrestre de líbido edén infierno
el sedimento aglutinante de un precipitado de labios
el obsesivo residuo de una solución insoluble
un mecanismo radioanímico
un terno bípedo bullente
un ¡robot! hembra electroerótico con su emisora de delirio
y espasmos lírico-dramáticos
aunque tal vez sea un espejismo
un paradigma
un eromito
una apariencia de la ausencia
una entelequia inexistente
las trenzas náyades de Ofelia
o sólo un trozo ultraporoso de realidad indubitable
una despótica materia
el paraíso hecho carne
una perdiz a la crema.

Oliverio Girondo

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Noción de patria

La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa.

Mario Benedetti

lunes, 13 de septiembre de 2010

To my friends all over the globe

I´m writing this in english so I can reach the eyes of many of my friends from all over the world that are not spanish speakers.

We´re just about to celebrate the 200th anniversary of Mexico as a country, this is, our independence day.
This celebration lead us to a re-think of what's to be a mexican, if its worth it to have a celebration while our country is in the middle of its worst struggle in decades. Kidnappings, murder, narco crimes and medieval violence besides massive dismissals of thousands of people from big national companies, crisis and an increasing anger against our government.
People, mexican people are amazing, they want to celebrate, they want hope, we love so much our country, we're optimistic to the tears. This is a very important time in Mexico, an historic one. Nobody's know what´s to come but I assume it's something important and big. I'm scared, I think most of mexicans we're like this right now. But I´m confident that we've got the guts to face it, no matter what's the shape or size of the new beast. 
I feel myself mexican to the bone, far from any propagandistic cliché I love this part of the world where I was born so rich in culture, landscapes, history and biodiversity. Shiny and honest smiles have always accompanied me into many explorations and trips in every little town and big cities. Warm and friendly people with strong principles and family bonds are one of the big treasures of this nation.
This strange unit called Mexico, multicultural, multiethnic and rainbow colored makes me shiver with every new discovery.
After 33 years I´ve been amazed everyday with billions of sensations: From the breathtaking view of a mountain range, the loneliness of a desert, the perpetual darkness of a millenary cave, the joy of a coral reef, the mystery of the jungle and the magic of an insect to the evoking cobbled roads of old towns, an amazing and colored ritual celebration of an ethnic group, the exciting ways of a big city, to learn ancient languages in my own country and an afternoon drinking pulque with my friends.
Personally I want to celebrate, in my own way of course. I wont follow stupid TV transmissions or eat history as donkey ass, pygmy writers of public school text want us to do. It is worth it to fight for a better country, there are many alternative ways to do it.
I will try to keep learning and transmitting mexican nature, I´ll try to have the humility to learn from the elders that´s not only human elders but old trees, ancient mountains, and ephemeral but wise bugs. I´ll try to leave at the end of this trip a stela of joy and love, and to the kids a track leading to the courage and happiness to LIVE.
So this next September the 15th I´ll be somewhere with a beating heart and a glass of tequila or mezcal in my hands ready for the future, wishing that people reacts: more than one hundred million of mexicans must wake up, open their eyes, now it´s the time, not to repeat old fashioned schemes but to re-invent our selfs, our nation, to fight against laziness, ignorance and fear with freedom, courage, intelligence and love.
So I say with conviction:
VIVA MEXICO!

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La biología: una herramienta para sentir la vida

La biología: una herramienta para sentir la vida

Personajes

Autor/es: Karla Calderón Martínez / Publicado: Viernes 23 de marzo de 2007

A pesar de haber dormido poco debido al trabajo, Roberto Rojo se muestra relajado, alegre y dispuesto a conversar sobre las maravillas de su profesión. Con un libro de serpientes bajo el brazo, el biólogo de “Bichos” y de “Zoológicos en acción” muestra sus ansias de vivir a través de su pasión por la biología.

Nació en el Distrito Federal, el 4 de octubre de 1976. Vivió en Azcapotzalco, al norte de la ciudad, específicamente en Zochintololo (:-P Broma). Estudió biología en la Facultad de Estudios Superiores, FES, Iztacala. Actualmente radica en Chetumal, debido a sus trabajos de investigación.

La profesión

A mí me interesó la biología desde pequeño. Desde que tengo uso de razón, hace como un año (bromea), no, desde que estaba en el kínder, me acuerdo que en lugar de ir a los juegos me ponía a levantar ladrillos, a ver que había. Llegaba con las maestras y traía un puño con lombrices. Entonces las maestras gritaban y yo les decía pues qué, son lombrices. Y así desde pequeño siempre me gustaron mucho los animales.

Apoyo familiar

Siempre, siempre, siempre…y aunque no estuvieran de acuerdo, nunca me lo dijeron hasta el final, y eso fue bueno. Ya que me titulé me dijo mi papá: nunca pensé que tu carrera sirviera para algo…pero eso me lo dijo al final.

Por seis caguamas diario

Mi primer trabajo, pues formal… (Lo medita por unos segundos), yo creo que el de Campeche y formal pues más o menos porque trabajaba con un chavo que era Economista del medio ambiente y trabajaba para un proyecto de la NASA… yo iba a fungir como traductor de él. Me entrevistó para ver como estaba mi inglés y me dijo, te doy tanto dinero, no me acuerdo cuanto y seis caguamas diario.

Y a mí se me hicieron los ojos como los de “Remy”, (los abre desmesuradamente con un gesto de incredulidad) y le dije ¿seis? ¿De verdad? Y me dijo sí. Y pues ése fue mi primer trabajo. Era muy bueno.

Muchas veces acompañaba a mis compañeros a sus trabajos de campo en varias reservas. En biología la gente está por pasión. En otras carreras, creo, se dice quiero ganar tanto, o quiero tener un puesto determinado. Pero en biología no es así. La mayoría de gente que yo conozco está por pasión. De entrada sabes que no vas a ganar dinero en biología. (Lo dice convencido). Es lo que te dice todo mundo. Entonces la gente que está ahí es porque le gusta.

El trabajo en Chetumal

Yo hago algo que se llama espeleología, que es el estudio de las cavernas. Puedo hacer descripción física, descripción biológica, exploración o puro deporte. En México tenemos una diversidad increíble de cavernas. Yo estaba en un curso de rescate en cavernas en Chiapas y tenía unos amigos de la licenciatura que estaban haciendo su maestría en Chetumal, en el Colegio de la Frontera Sur.

Entonces decidí visitarlos. Llegué y había un trabajo de intérprete de una persona que estaba trabajando en la península de Yucatán, en el estado de Campeche. Me entrevisté con ésta persona y estuve trabajando ahí con los recursos de la gente. Cuando ya me iba a regresar al Distrito Federal, y salió otro trabajo con cocodrilos de río en una isla preciosa del Caribe.

El trabajo consistía en capturar cocodrilos, medirlos, pesarlos y todo. Dentro de éste trabajo tenía que estudiar a los monos aulladores de la selva de Calakmul, subirme con unos picos y un arnés hasta 20, 30 metros de altura, colgarme, estar viendo a los changos. Estuvimos haciendo un trabajo de comportamiento y era ver cada 15 minutos que hacían: durmiendo, durmiendo, durmiendo, comiendo, durmiendo, cagando, durmiendo…yo quiero ser mono.

En busca de bichos

Imagen del sitio http://oncetv-ipn.net/bichos/index.htm

En resumidas cuentas ha sido un trabajo genial, yo estaba feliz. Así fue cómo llegó a Chetumal, un lugar que le gustó para quedarse y hacer su maestría, además de que encontró muchas cosas interesantes sobre tarántulas.

La llegada a canal 11

Yo estaba haciendo mi tesis en la reserva y tenía varios arácnidos, tarántulas y todo, y Fabricio Feduchy, que es uno de los pocos productores que se han enfocado a mostrar la diversidad de México, estaba haciendo un documental de la reserva.

Ya llevaban varios, pero en ésa ocasión coincidimos y él pasó por ahí, vio todas las arañas y me dijo: ¿Qué haces? ¿Qué es esto? Y le empecé a explicar de todos los animales…me gusta tratar de que la gente no les tema, sino de que los entiendan y que los aprendan y sepan cómo son.

A él le gustó y se le ocurrió la idea de hacer un programa así. Estuvimos platicando, se fue madurando la idea hasta que finalmente se concluyó el proyecto de “Bichos” que fue el primero que hicimos.

No es por negocio

Yo admiro y respeto mucho a toda la gente del canal, porque (trabajar ahí) no es un negocio tan rentable como sacar una novela, como pasar un partido de fútbol, sin embargo tener el valor, el entusiasmo y el corazón para hacer este canal y cada uno de estos programas muy innovadores, en el arriesgarte a hacerlos, a veces le pierdes. No es por negocio.

No conozco a mucha gente del canal, porque yo siempre andaba afuera. Conozco a Miguel Conde, el conductor de “La ruta del sabor”. Fue bien chistoso porque lo conocí en una cantina, (risas), porque él sale mucho y yo también, entonces nunca estábamos en el canal. Yo estaba en la cantina y él se me acercó y me dijo: oye ¿Tú eres el de “Bichos”?, yo veo los últimos cinco minutos de tu programa. Y yo le dije, pues yo veo los primeros cinco del tuyo.

La gente es muy agradable, muy inteligente, muy activa y eso me ha llamado mucho la atención. Me gustaría mucho y a veces me siento triste de que no hay algo así en la UNAM. No se le ha dado el apoyo necesario a TV UNAM para que haga algo similar. En el Poli (IPN) la gente es increíble, pero yo soy puma. Para mí mejor sería que hubiera proyectos así en TV UNAM.

¿Te costó trabajo adaptarte a la televisión?

Muchísimo, porque nunca me preparé para eso, no sabía. De repente la cámara es muy agresiva y no sabes qué decir, cómo decirlo, cómo expresarte. Cuando ves el video, observas lo mal que hablas, lo mal que te paras, y te deprimes. Fue muy difícil. Las primeras veces las sufría, por ejemplo un texto de dos párrafos no lo podía decir, me trababa.

La pantalla chica

No buscas mucho el protagonismo cuando eres biólogo, estás en lo que te gusta y no te importa nada más. Entonces ya la gente me reconocía en la calle, me hablaban de algunos lugares para pedir mi opinión sobre algún tema.

Me di cuenta de que lo que estaba haciendo, que lo que estaba diciendo, influía bastante, mucho más de lo que yo podría esperar en un principio. Este programa es el primero hecho en México en estos formatos, (realizado con un biólogo), porque antes se llegaban a hacer algunos, pero eran actores. Eso no había en México.

De repente me sentía así como líder de opinión…no lo busqué, pero algunas veces se tomaban en cuenta las cosas que hacía, y trato de aprovecharlo ahora para poder encauzar lo que yo quiero expresar. Con mis compañeros, cada vez que puedo jalar a alguien o alguna investigación, pues a hacerlo porque era difícil, hasta hace poco, tener éstos canales de comunicación y ahora que están presentándose…pues hay que aprovecharlos.

Equipo

Es pequeño porque salimos mucho a campo. Normalmente somos cuatro personas, que es el productor, el camarógrafo, asistente de cámaras y yo. Llegamos a hacer programas el camarógrafo y yo, a dos cámaras, porque de repente había que llevar el equipo lejos. Es divertido, para mí es como un juego todo esto. (Sus compañeros), son un desmadre. Son divertidísimos, geniales. Admiro mucho su trabajo. Fabricio es súper ocurrente… me la paso bien.

El mundo es para comérselo

Van para 40 países en los que he estado. Me gusta mucho la naturaleza, pero también la cultura. Trato siempre de no ir como turista, sino meterme con la gente, a veces he dormido en la calle, en reservas, en el campo, o sea estar ahí y sentirlo, que me entre la cultura y la naturaleza de los lugares por la piel.

He tenido la suerte de estar en esos lugares, algunas veces presentando trabajos hechos en México, de la fauna mexicana. Es un orgullo mostrarlos a todo el mundo. Uno de mis países favoritos es Brasil, por la gente, tamaño y su diversidad, pero por cultura, hay culturas tan extrañas…tuve oportunidad de estar en un país que se llama Suazilandia, al lado de Sudáfrica.

Suazilandia es el último reino de una monarquía absoluta. Es un mundo completamente diferente…y es sólo una porción. China también es increíble. El mundo es para comérselo y nunca te aburres. Y no tienes que salir del país A mí me gusta hacer turismo en la Ciudad. Nunca me aburro, siempre encuentras cosas nuevas. De aquí del país sólo me falta conocer Chihuahua.

Los peligros de la profesión

En Sudáfrica me correteó un elefante, en una reserva… (Al observar nuestra incredulidad, expresa convencido) es en serio. Están las cataratas Victoria entre Zimbabwe y Zambia y hay una reserva ahí. No puedes entrar sin carro y yo no llevaba carro.

Yo quería entrar, entonces me metí y llegó un guardia y dije, me va a regañar, me va a sacar. Y no, buena onda, íbamos platicando y de repente al llegar a una vuelta de la terracería había otro guardia y estaba viendo algo. Le preguntamos que veía y él dijo que a un elefante que estaba por ahí.

Estábamos buscándolo y de repente volteé y vi algo que se movía atrás, volví a voltear y era la colita del elefante, estaba atrás de un árbol. No se alcanzaba a ver bien y de repente comenzó a mover las orejas, a barritar y a correr hacia nosotros.

Yo dije, ellos saben que hacer y volteé a ver que hacíamos y sí sabían que hacer…ya iban hasta allá (recrea la situación alargando su brazo derecho hacia el frente). Uno iba en una bici y el otro corriendo por allá, me dejaron.

Entonces corrí con miedo, porque son muy peligrosos, han matado gente allá. Si te quiere alcanzar, te alcanza y te puede matar. Afortunadamente éste nada más nos quería sacar del territorio y ya de repente se detuvo y se metió al bosque.

Aquí en México acabamos de hacer la topografía de una cueva que se llama “El volcán de los murciélagos” en Calakmul, Campeche. Ha sido algo de lo más difícil que he hecho en mi vida porque hay una concentración muy alta de bióxido de carbono adentro.

Tienes que entrar con una máscara porque hay una espora de un hongo en el guano de los murciélagos que si te entra en los pulmones te puede ocasionar una enfermedad que te puede matar, se llama histoplasmosis.

Hay miles de ácaros. Puse la mano así (extiende la mano para explicarse mejor) un día, y al otro la tenía roja de todos los ácaros que me habían entrado, no podía cerrarla. Con el bióxido de carbono trabajas a un porcentaje de 6 u 8 %, si ese porcentaje aumenta simplemente te desmayas o te caes, no te puedes levantar, incluso puedes convulsionarte, entras en coma y mueres en cuestión de segundos.

Estábamos trabajando en el límite. Caminas 5 metros y tu corazón late como si hubieras corrido 100 metros. Levantar el pie te cuesta trabajo…es muy difícil. Terminamos la topografía entre un amigo y yo. Originalmente íbamos 7, se fueron quedando y al final de la cueva terminamos sólo él y yo…estuvo bien difícil.

Cada vez que cuenta una anécdota tiende a recrear la historia. Sus recuerdos lo hacen reír mucho, demostrando que es un hombre que disfruta la vida a pesar de los obstáculos.

Finanzas para viajar

Pues va saliendo; de repente sale la oportunidad de algún viaje con algún cuate, o consigues un vuelo barato, o te quedas en casa de tus cuates…A veces viajo por algún proyecto, por algún congreso, o por que me voy y ya. Varía mucho. Con el proyecto de “Bichos” he conocido un montón de lugares.

¿Extrañas a tu familia?

No… (Bromea para después rectificar) siempre sí extrañas. Cuando defines lo que estas haciendo y ya estás ahí, te acuerdas, es como feo decirlo, de tu familia. Eso me pasaba mucho antes. Yo salía desde que estaba en la carrera, cada vez que podía me iba a prácticas…entonces pues no, no los extraño, bueno sí los extraño (está un poco indeciso pero finalmente atina a responder), bueno más o menos.

Accidentes

No, afortunadamente no. He estado cerca en varias ocasiones. Una vez grabando “Bichos”, teníamos una mauyaca, que es la serpiente más peligrosa de México, no es la más tóxica, pero es muy nerviosa, agresiva, fuerte y grande. La tenía en la mano y ella me rozaba el dedo con el colmillo.

Ya estaban grabando y hubo un momento en el que empezó a dar vueltas sobre ella misma, se me estaba zafando. Ya no podía aguantar, la dejé en el suelo, quité la mano, la serpiente se volteó y me aventó una mordida. En ese momento no vi que estuviera tan cerca, pero cuando vi la grabación la dejé, se volteó y pasó a centímetros de la mano. Esa serpiente es muy peligrosa.

Aprendiendo a tocar bichos

Estuve trabajando 2 años en un laboratorio de herpetología allá en Iztacala y ahí hay muchos animales en cautiverio, serpientes, reptiles y anfibios. Ahí vas aprendiendo a controlarlos, no es tan fácil llegar y agarrarlos porque es muy peligroso.

Los animales no te agraden. Teóricamente puedes agarrar una serpiente venenosa y no te va a hacer nada, a menos que se sienta agredida entonces se va a defender. Si alguien te hace algo, tú te defiendes. No es recomendable y no es nada seguro, pero no me ha pasado nada. Tengo amigos que si. Varios con serpientes venenosas.

Miedo

Sí, siempre, porque sabes qué te va a pasar. He visto fotografías de cómo queda el tejido necrosado, cómo se pierde un brazo. Sé lo que pasa y estoy consciente de ello. Siempre te da miedo, pero también está la adrenalina. Me gusta mucho agarrarlos porque los puedes ver de cerca, sentirlos; no es lo mismo verlos de lejos a sentir su fuerza.

Planes a corto y largo plazo

(Después de meditarlo un poco expresa) Pedir otra naranjada…eso es a muy corto plazo. (Ríe con ganas). Ahora estoy envuelto en un montón de planes. Afortunadamente tengo como tres proyectos que están interesantísimos, y estoy inmerso en ellos. Y planeo terminarlos. Eso es como a corto plazo… la maestría, algo sobre serpientes, el nuevo proyecto de canal 11… y cosas así.

A largo plazo quiero seguir en la investigación, Yo admiro mucho a Julieta Fierro, porque tiene eso que me gustaría llegar a ser. Ella demuestra que no está peleada la ciencia con el conocimiento de la gente. Yo puedo hablar en términos científicos y no va a entenderse nada, a veces ni yo me voy a entender.

A veces, sucede mucho en la ciencia, que están los científicos como en una isla y eso a mí me enoja. Yo estaba en la reserva de Chamela, que tiene 30 años, y le preguntaba a la gente: oye, ¿qué crees que hacen allá adentro? Y me respondían: No sé, son unos biólogos locos. Ni siquiera la gente que está en la reserva sabe lo que pasa.

Eso es un mal de los biólogos. Ellos deberían de estar diciéndole a la gente: oye, tú vives aquí, eres privilegiado. Me siento como ése eslabón. No quiero sentirme importante pero me gustaría ser éste eslabón entre el conocimiento científico y la gente.

Pensar en la muerte te hace vivir

Me gusta disfrutar las cosas. Me gusta mucho pensar en la muerte, acercarme a ella desde muchos lados, muchas perspectivas. Hace seis o siete años, tomo fotos de panteones a donde vaya, a veces en las noches. Son bonitos los panteones.

Pensar en la muerte te hace vivir y disfrutar todas las cosas. Siento que estar pensándola, no como una paranoia, sino tener en cuenta en todo momento que te puedes morir ya, te hace disfrutar cada cosa…cómo sujeto el papel, porqué veo el color rojo, porqué percibo éste olor…La biología es una herramienta que me ha permitido saber esas cosas. Ha sido como una herramienta para poder acercarme a sentir la vida.

Autodefinición

Me defino por necesidad de buscar una definición, pero no me gusta mucho, porque cuando te defines como que te cierras a ser más cosas. Soy curioso, de ahí se deriva casi todo lo demás.

Si alguien me platica algo, como que tengo que ir a sentirlo. He estado en manicomios, hablando con un cuate que había matado a 25 personas. He estado en la morgue, no en la de la universidad con cadáveres lejanos, viejos, sino de gente que murió el mismo día.

Cosas que me cuentan, tengo que ir y experimentarlas. No comer, dormir en la calle, cualquier cosa…Ya los aburrí…hablo demasiado…una “chela” por favor. Roberto Rojo no para de bromear y de reír. Su mirada trasmite confianza y simpatía. Le gusta conversar e interactuar con las personas. Su curiosidad y espontaneidad son sus principales cualidades.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Yo

Biólogo, espeleólogo y conductor de televisión

33 años

Conductor de las series televisivas “En busca de Bichos”, “Zoológicos en acción”, “Más que mascotas”, “Atrapados en la ciudad” (65 x 30 min.) “Bichos en el corazón de la Tierra” (7 x 30 min.), “Delfines, la alegría de los mares” y “Tortugas Marinas, viajeras acorazadas” (2 x 30 min.), en canal Once del Instituto Politécnico Nacional. Asesor científico y guionista de la serie “Naturaleza espectacular” (13 x 30 min.).

Orador en “La Ciudad de las Ideas, festival de mentes brillantes”, organizado por Poder Cívico, A.C. en la ciudad de Puebla, donde participaron ponentes de talla mundial como premios Nobel, científicos, escritores y exploradores.

Roberto Rojo ha colaborado en proyectos con cocodrilo de río, jaguar, puma, ocelote, zorro gris, tortugas marinas, mono aullador, diversidad de arañas en manglar, diversidad de reptiles, ecología del zopilote rey, telemetría de cotorros y conservación del águila real.

Como espeleólogo ha participado en la exploración de cuevas y cañones en Querétaro, la Sierra Negra de Puebla, Guerrero, Calakmul en Campeche y tubos de lava en Morelos. Ha descendido al sótano de las golondrinas en San Luis Potosí así como a muchas otras cuevas y sótanos.

Su línea de estudio es la ecología de las tarántulas Brachypelma spp., único Género de arácnidos protegido completamente por leyes mexicanas (NOM) e internacionales (CITES). Ha expuesto sus trabajos en congresos de Entomología y Aracnología nacionales, así como en la República de Sudáfrica, Brasil, Uruguay, Argentina y Bélgica.

Actualmente ha concluido todos los créditos de la Maestría en Ciencias, en Recursos Naturales por El Colegio de la Frontera Sur. (Promedio 9.1) y se encuentra tomando un Diplomado en Medicina Forense por el Instituto Nacional de Desarrollo Jurídico, para obtener la credencial de Perito Forense y trabaja en un proyecto de estudio y conservación del águila real en México

Publicaciones de divulgación

- Las cuevas de México. Diversidad subterránea en peligro. Biodiversitas 62

- Las tarántulas de México: pequeños gigantes incomprendidos. Biodiversitas 56

- En busca del Canclo gigante. Biodiversitas 59

- Serpientes: depredadores perfectos. México desconocido 342

- Historia de un Kanclo (cuento). Mundos subterráneos 14-15

- El volcán de los murciélagos. Especies. Ene/Feb 2006

- Peludas mal amadas. Ecofronteras. 29: 4-5. 2006.

- El sótano de las golondrinas. Vida en el abismo. Especies. May/Jun 2007

- Aracnofobia, la verdadera historia de la Tarántula. Río Hondo. No. VII, 2007

Publicaciones científicas

- Una nueva especie de tarántula del género Aphonopelma Pocock 1901 (Araneae, Theraphosidae, Theraphosinae) de México con notas sobre el género Brachypelma Simon 1891. Boln.S.E.A. vol. 37.

- A not so natural history of the tarantula Brachypelma vagans: Interaction with human activity. Journal of Natural History 39(27)

- Crocodylus acutus in Banco Chinchorro Biosfera Reserve, Quintana Roo, Mexico. Crocodile Specialist Group Newsletter. Vol. 1, núm. 1.

- “El volcán de los murciélagos” Calakmul. Mundos subterráneos.

- Soil preference and burrow structure of an endangered tarantula, Brachypelma vagans (Mygalomorphae: Theraphosidae). Journal of Natural History, 41:17, 1025 – 1033.

Libros

Chapela, L. M. y R. Rojo. 2005. Bichos. Nostra Ediciones. México. 119 pp.

Otros

Intérprete del Juéz 38° Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal en la Academy Session on Enforcement of Intellectual Property Rights organizada por WIPO y SIPO en las ciudades de Beijing y Shanghai, en la República Popular de China.

Roberto Rojo ha impartido conferencias a todos los niveles sobre diversos temas de Biología tratando de llegar al mayor público posible para generar conciencia de la gran variedad de seres que habitan en nuestro mundo así como sobre su importancia.